Porque esto es así, porque el atletismo es duro y sacrificado. Todo el que lo practica y lo ama, también lo sufre, el atletismo es cruel y muchas veces es injusto. Pero cuando el trabajo sale a la luz, es tan gratificante que todos esos malos momentos se disipan en la memoria.

Pero no se deben olvidar jamás, porque tenerlos presentes ha sido lo que más me ha enseñado esta temporada… la mente sueña, el corazón anhela, pero los pies en la tierra.

Lejos parecen quedar los momentos en los que me sentía en un pozo, hundida, a oscuras y trabajando duro para no ser capaz de escapar. Pero siempre había algo que me hacía ver la luz cuando conseguía levantar la cabeza, siempre había luceros que me ayudaban a levantarme y a volverlo a intentar, buscando el sol para dejar a tras la dura profundidad. Sin ellos no hubiera vuelto a soñar, sin ellos jamás hubiera vuelto a anhelar… sin ellos, me hubiera quedado sentada en mi oscuridad.

Ahora mis estrellas, mis guías, necesitan creer en un lucero como lo hice yo con ellos. Pero necesitan saber que lo mas importante es que deben confiar, creer y disfrutar… hoy soy feliz porque he vuelto a amar este extraño y complejo deporte, pero lo soy a medias…porque nada me haría más feliz que compartir con aquellos que tan cerca de mí estuvieron en esos momentos, sus sueños cumplidos. Porque los luceros guían tu camino…pero debes ser tú quien lo ande.