Espero que los Reyes Magos se hayan portado bien con vosotros, eso quiere decir que habéis sido buenos…o al menos lo habéis aparentado (jeje). Yo nunca he tenido mucha fortuna con esa mágica noche, cuando era niña las diferentes circunstancias familiares no me permitieron disfrutarla, ni tampoco gozar de muchos regalos. Eso me enseñó bien pronto a valorar los detalles, las pequeñas cosas, las que valen mucho y no por ello las que son caras.
Así que ayer en vísperas de Reyes me autorregalé una bonita noche, una de esas que te reconcilian con lo que te gusta. Tras el nuevo disgusto en la San Silvestre de Zaragoza, lo que parecía un nuevo golpe, fue casi una pequeña alegría. Me explico, en la carrera que se celebró la última noche del año, volví a tener las molestias que me obligaron a pararme en el Cross de Burlada y en un entrenamiento largo que suelo hacer (quien sea de Zaragoza entenderá lo que quiero decir con una vuelta al canal ;)). El pasado miércoles iba tranquila y cómoda en carrera, disfrutando como hacia días no lo hacía en el circuito urbano de mi ciudad, pero hacia el kilómetro 3 me tenía que parar. Comenzaban de nuevo las molestias en mi cuádriceps izquierdo, unas molestias raras, como de bloqueo en el muslo, como si ese fragmento de mi cuerpo estuviese en la recta final de un 400. Pero sufrir este contratiempo me llevo a buscar en unas nuevas manos la solución a una extraña molestia que nunca había tenido, a buscar el porqué de esa rarísima sensación. Al final, todo había sido más simple de lo pensado, aunque mas enrevesado de lo deseado. El contratiempo con el perro que ya os conté casualmente por aquí, me habría producido en su día una distensión en el vasto externo. Correr Burlada con la molestia no fue lo mejor y derivó en una contractura que ha terminado enfibrosada… En fin, que en las series que no duraban más de cuatro minutos, no me molestaba, porque con la recuperación no había mayor problema. Pero resulta que en las cosas más largas, cuando empezaba a existir una mayor demanda de oxigeno, mi músculo se colapsaba, no vascularizaba bien debido a esa molestia…
Que no me quiero liar. Tras una primera dolorosa sesión con varios puntos en los que Alex me realizó punción seca, la cosa parece ir mejor. El lunes pude entrenar unas buenas series de velocidad y por la tarde me regalé esa noche de la que os hablaba. Fui a realizar un suave rodaje por la ribera del Ebro, con la ciudad invadida por una espesa niebla. Acompañada de mi dulce Dina, llegamos un punto en que el alumbrado público no realizaba su función, y nos adentramos por un camino lleno de tinieblas, con un punto místico pero a la vez romántico. Acompañada únicamente del sonido de mis pasos y respiración, mi ritmo solo era roto por las carreras repentinas de mi can. Y en esos momentos, en los que no se veía más allá de mi propia zancada, recordaba lo hermoso de mi deporte. Porque en el momento en el que veía la silueta de mi galgo parada y emanando vaho, rememoraba lo natural de correr. Lo hermoso de mi profesión es que su lado más ‘animal’ es aquel que a mi más me hace disfrutar.

Y así, en la víspera de Reyes me regalaba ese momento, ese reequilibrio, ese volver al comienzo. Pero el día de Sus Majestades de Oriente también me traería más regalos, de los buenos, de los sencillos que más me gustan, de esos que me llenan el corazón.
Con las zapas calzadas llegaba la hora de la verdad, la de tantear, la de ese tira y afloja que continuamente llevamos los deportistas al extremo. Volvía a tocar el entrenamiento en el que me tuve que parar, ese en el que mis molestias no me daban tregua. Pero hoy había recordado mi lado ‘animal’ ese que me gusta, ese en el que sí, soy un poco bruta, el que responde a la cabezota que un día esta con 39º de fiebre en la cama y al día siguiente hace series. A la que hoy las molestias no le han parado. Molestias que, a decir verdad han sido mucho menores gracias al tratamiento y que me han permitido decir, afloja un poco…pero hoy no te paras. Nunca un entreno así me había sabido tan bien.
Así que amigos, espero que también hayáis disfrutado de unos bonitos regalos y que sigáis disfrutándolos durante todo el año recién estrenado. Arranca el momento de retomar la normalidad, de la rutina, pero seguid haciendo especial cada uno de los 359 días que aún nos quedan este año por disfrutar…
Una respuesta a “Todos los días son un regalo”
MUCHOS ANIMOS ISA
Me gustaMe gusta