Aquellos que me seguís en Instagram, habéis visto que estos días hemos realizado un pequeño juego/experimento. Y es que últimamente, el algoritmo de esta red social me estaba dejando sin ver a muchos perfiles e intuía que, además de que yo también estaba siendo silenciada – por aquello que el algoritmo quisiese- mi muro estaba siendo una red más comercial que social…
Me podía imaginar que quizá fuese porque mis publicaciones no fueran tan ‘carnales’ como aquellas que más éxito suelen tener por esos muros. Porque es Instagram quien decide la afinidad y la relevancia de las publicaciones que vemos, así como el tiempo de interacción que tardamos para dar más o menos visibilidad a lo que publicamos. Cierto es que el perfil de usuario que usa esta red social es diferente a la ‘población’ que me sigue a mi: un 60% de hombres vs un 40% de mujeres en una franja de edad de 25 a 35 años.
La cuestión es que me daba cuenta de que según en qué momento y qué contenido, parecía estar lanzando una moneda al vacío… Pensé que quizá debía cuidar más esos detalles, de salir con menos cara de muerta, de contar más a través de la imagen, a fin de cuentas adaptar lo que quería contar con lo que me ‘reclama’ esta red social. Así que intenté cuidar esos detalles, de comunicar sin escribir, aunque escribiese, de esperar a que … ¡a que el resultado fuera el mismo!.
Así que, me dio pena, porque a fin de cuentas las redes sociales deberían ser más naturales, menos comerciales. Deben mantener esta capacidad de acercar historias que antes eran impensables que se pudiesen contar. ¿Os imagináis haber conocido el día a día de Induráin? ¿O los entrenamiento de Cacho antes de Barcelona’92? Por poner un ejemplo.
Pero acto después me dije: vamos a cambiar el juego. Así que metiéndome en lo que Instagram movía, publiqué una foto de mi culo. Sí, mi culo. Aunque ciertamente no enseñaba tanto como puede sugerir la frase, si que era un contenido un poco más ‘impactante’ y que se salía de lo corriente en mi. Eso sí, me la jugué y publiqué un lunes a las 10.00 de la mañana…al más difícil todavía.
BATALLA DE LIKES vs. COMENTARIOS
El juego era ver quién le daba sin pararse a leer, quien regalaba su corazón ante la carne o se intrigaba entre la parrafada publicada. La verdad que fue muy divertido, pero sobre todo gratificante, porque muchos ‘seguidores’ leyeron porque les estrañaba ese contenido en mi perfil. Pero bien es verdad que al principio la carne ganaba, pero el contenido fue ganando la batalla. Aunque la guerra fue finalmente para la carnaza.
Lo mejor fue el contenido que los comentarios generaron y sobre todo recuperar a gente de la cual el algoritmo me había separado.
Así que jugué otra vez, esta vez el contenido era más lógico, pues mostraba el entrenamiento. Pero detrás, en la otra diapositiva, mostraba la imagen de lo que muchas veces no se cuenta. De cosas algo más feas… me alegro que alguien vio lo menos postureado, y eso que en Instagram es lo esperado.
Al final, lo que me queda claro, es que sin mentir…se puede jugar mucho con la imagen. Como bien me enseñaron en periodismo, sin retocar ni editar, la imagen se puede ‘modificar’. Cambiará la luz, el enfoque, el objetivo con el que miremos y captemos. Pero mientras algunos se quedan en el primer impacto visual, otros se interesan y ven el contenido que de verdad se puede contar. Y eso, en la sociedad manipulada por algoritmos e intereses comerciales, es un bien preciado que al menos yo he recuperado, aunque mi ‘engagement’ no sea el esperado.
Isabel Macías 
Una respuesta a “Redes Sociales vs Comerciales”
😀 Yo no me di cuenta del experimento, pero no entro tanto en Instagram. Sí que es cierto que la de la tripa recuerdo que me salió primera, nada más entrar en IG. Las otras no. Pero ya te digo que me dejo muuucho sin ver cada día. Buen test!!
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